Urbanización & plantaciones

El plan urbanístico de Gorraiz se diseñó con la premisa de que los espacios verdes fueran en gran medida los protagonistas de la actuación. Una realidad que salta a la vista en las imágenes aéreas de la zona, que ponen de manifiesto el contraste entre esta urbanización y otras de las ubicadas en los alrededores.

En el otoño de 2006 ya comenzaba a apreciarse el nuevo arbolado.

De entre todas las áreas verdes de Gorraiz públicas y privadas, destaca el campo de golf tanto por su extensión, de más de 60 ha, como por el hecho de que en su diseño se priorizó la utilización de especies vegetales autóctonas, plantadas mediante el criterio de recrear un paisaje natural.

Dado que cuando se construyó el campo no fue posible conseguir ejemplares de Quercus pubescens, el árbol que en principio mejor hubiera encajado con la potencialidad vegetal de la zona, se optó por utilizar alternativamente la encina (Q.ilex) y de forma complementaria el quejigo (Q.faginea).

Lo cierto es que un cuarto de siglo después y a la vista de las proyecciones a medio-largo plazo de la evolución del clima global, aquella elección se antoja como acertada, ya que las citadas especies, en principio de ámbito más mediterráneo, podrían terminar siendo las idóneas para esta ubicación.

El plan urbanístico de Gorraiz se diseñó con la premisa de que los espacios verdes fueran los protagonistas. Una realidad que salta a la vista en las imágenes aéreas de la zona, que ponen de manifiesto el contraste entre esta urbanización y otras de las ubicadas en los alrededores.

Otro árbol que tuvo un importante protagonismo en la plantación fue el arce común (Acer campestre),
frecuente compañero de encinas, quejigos y robles peludos en las diferentes asociaciones vegetales que dichas especies protagonizan sobre amplias superficies de la Zona Media de Navarra.

En menor número se plantaron otros tipos de arce así como fresnos, tilos, carpes, pinos silvestres, tejos, abedules, alisos, chopos, sauces, cerezos silvestres y un pequeño porcentaje de ejemplares alóctonos con carácter ornamental.

 

Tampoco se descuidó el estrato arbustivo, ya que se incorporaron bien en orlas, bien en pequeños grupos, diferentes especies de arbustos entre las que se contaban bojes, acebos, madroños, lantanas, durillos o sargas.

Por lo que se refiere al resto del campo, se procedió a la siembra de gramíneas diversas. En las superficies principales del recorrido de golf, tales como greenes, tees y calles (unas 15 ha) se utilizaron básicamente Lolium perenne y Agrostis stolonifera.

Las zonas secundarias o de “rough”, donde se concentraría buena parte del arbolado (unas 25 ha) fueron sembradas con distintas variedades de Festuca ovina, Festuca arundinacea y Poa pratensis. Así, las áreas donde se plantaron encinas y quejigos iban a adquirir con el tiempo la morfología de una dehesa.

Finalmente se dejaron en su estado natural diversos espacios (unas 10 ha) distribuidos por el campo cuya vegetación estaba formada en su mayor parte por plantas herbáceas, sobre todo gramíneas; únicamente se plantaron en ellos algunos árboles y arbustos autóctonos.

Tres imágenes a través del tiempo desde los tees del hoyo 1: mayo de 1995 (inauguración del campo por el socio Luis Ruiz Viñes), noviembre de 2006 y junio de 2024.

Orquídea púrpura (Orchis purpurea), adonis (Adonis vernalis), orquídea piramidal blanca (Anacampis pyramidalis) y gladiolo silvestre (Gladiolus communis).